
Los tatuajes son un retrato de un momento de la vida. Es inevitable que, ante la posibilidad de hacerlo, surja la curiosidad, las dudas o simplemente un constante aplazamiento.
La existencia de los tatuajes es algo que se conoce desde hace miles de años y en una gran variedad de culturas; se sabe que la primera persona a la que se le encontró un tatuaje estaba en los Alpes italianos y vivió hace más de 5000 años, aproximadamente.
Otro registro de personas tatuadas proviene de momias que datan de 2000 años atrás, estos cuerpos contenían marcas en diferentes partes del cuerpo con figuras que eran principalmente líneas y puntos bastante simples.
Se sabe que en esa época algunas poblaciones utilizaban los tatuajes como una forma de imponerse y causar temor, sin embargo, a lo largo de la historia la forma en que se ven y se realizan los tatuajes ha cambiado.
En los últimos decenios se ha convertido en una práctica bastante común, que ha hecho que la sociedad vea y comprenda de manera diferente las características de los tatuajes, además de que esta actividad ha ido ganando su profesionalización.
Dado el auge que ha ido adquiriendo a lo largo de los años, existe un debate sobre si esta actividad debe ser considerada como arte.
El arte nace de la necesidad de expresar algo, y puede llevar a generar sentimientos en los espectadores que lo miran, lo escuchan y lo presencian. Sin embargo, con el paso de los años, definir qué es el arte y cuáles son sus límites se ha convertido en una tarea complicada, por lo que hay defensores y detractores de la idea del tatuaje visto como un concepto artístico.
Hoy en día es común ver como personas provenientes del campo de las artes plásticas y visuales han tomado el camino de los tatuadores porque encuentran en esta actividad una forma de expresión artística, para ellos el cuerpo es como el lienzo, con una gran dificultad añadida, porque una vez que se dibuja una línea no se puede eliminar.
Hay personas que no lo consideran arte porque a veces las realizaciones resultan ser simples copias o reproducciones de diseños masivos y genéricos, sin tener la marca personal del artista o de algún otro creador.
Basándose en esta característica, ¿en qué punto los tatuajes se convierten en arte?
Hay personas que consideran que, si un diseño es personal y la obra que han realizado es única, entonces podemos empezar a hablar de arte; otra característica artística sería que el tatuaje significa algo para el creador del diseño, ya sea el tatuador o el portador de la obra.
Para algunos, la idea de que el trabajo realizado en el cuerpo provoca una sensación, aunque sea algo individual, es el primer paso para considerarlos arte.
No todos los tatuadores pueden ser considerados artistas, para algunos, aquellas personas que han ganado popularidad por su estilo y su forma de dar forma a su trabajo, son lo que los distingue del resto.
Otra de las características artísticas de los tatuajes es la formación que reciben los tatuadores; al igual que en la pintura o la escultura, existen diferentes técnicas, que se aprenden debido a su formación artística previa, a la observación, al aprendizaje de otros tatuadores, a la experiencia y, por supuesto, al talento
No todos los artistas hacen sus obras de la misma manera y cada uno desarrolla su estilo y su manera de impregnar sus ideas.
Un último punto del debate es que los tatuajes están condenados a desaparecer con el portador de la obra, por lo que no pueden ser considerados arte, y las manifestaciones artísticas permanecen, sin embargo, la danza, el teatro o la actuación tampoco permanecen, ¿de dónde se parte para determinar qué es lo artístico?
La forma en que vemos y consumimos los tatuajes en el presente puede hacer que en un futuro este tipo de propuestas sigan creciendo y que los artistas de la piel tengan un espacio propio en la historia del arte.
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